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Cómo evitar el exceso de grasa en la piel en verano: consejos clave

Noelia Pérez by Noelia Pérez
in Proteccion y Cuidado Estacional
Cómo evitar el exceso de grasa en la piel en verano: consejos clave
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El exceso de grasa en la piel durante el verano es un problema común que afecta a personas de todas las edades. Las altas temperaturas y el aumento de la humedad estimulan la producción de sebo, lo que puede generar una apariencia brillante, obstrucción de poros e incluso brotes de acné. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), los cambios en la actividad de las glándulas sebáceas en esta época del año son una respuesta natural del cuerpo para proteger la piel, pero su desequilibrio puede causar molestias estéticas y dermatológicas.

Adoptar hábitos adecuados y conocer las necesidades específicas de la piel en verano es clave para mantener su salud y equilibrio. Factores como la exposición prolongada al sol, el sudor excesivo y el uso de productos inadecuados pueden agravar esta condición, haciendo imprescindible implementar estrategias efectivas para controlar la grasa sin comprometer la hidratación ni la barrera cutánea.

Importancia de cuidar la piel en verano

Mantener una piel saludable durante el verano es esencial para prevenir desequilibrios cutáneos. Las altas temperaturas, la radiación ultravioleta (UV) y el aumento de la humedad generan cambios significativos en la fisiología de la piel, lo que la hace más propensa a desarrollar problemas como exceso de grasa, deshidratación y daños en la barrera cutánea. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), la exposición prolongada a radiación UV es uno de los principales factores de riesgo para el envejecimiento prematuro y el desarrollo de afecciones dermatológicas.

Regulación del sebo en condiciones climáticas adversas

La producción de sebo es regulada por las glándulas sebáceas, que responden al estímulo hormonal y térmico. Estudios publicados en el Journal of Dermatology (2021) indican que las temperaturas elevadas provocan una mayor actividad en estas glándulas, lo que aumenta la secreción sebácea y genera un ambiente propicio para la proliferación bacteriana, especialmente de Cutibacterium acnes. Este microorganismo está asociado con la formación de acné y comedones.

En climas cálidos, el sudor, combinado con el exceso de grasa, puede bloquear los folículos pilosos, desencadenando inflamaciones y alteraciones como foliculitis. Para evitarlo, es fundamental implementar medidas para equilibrar la producción sebácea y mantener los poros libres de obstrucciones.

Impacto de la exposición solar en la salud cutánea

La radiación UV es uno de los factores externos más agresivos para la piel. Según el Instituto Nacional del Cáncer en España, la exposición sin protección puede causar daño celular acumulativo y favorecer la aparición de manchas, eritemas solares y fotoenvejecimiento. Además, la radiación UVB y UVA altera el ADN celular, lo que incrementa el riesgo de cáncer de piel, como informan datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM, 2023).

En meses de verano, el daño por radiación solar se intensifica debido al aumento de la radiación directa y el prolongado tiempo al aire libre. Factores como el fototipo cutáneo, definidos por la Organización Internacional de Fotoprotección (2021), influyen en la susceptibilidad individual ante el daño solar. Protecciones tópicas con factor solar alto (FPS 30 o superior) y medidas físicas, como el uso de sombreros, reducen muestras de daño acumulativo en estudios longitudinales.

Importancia de mantener la barrera cutánea

La barrera cutánea actúa como defensa frente a agentes externos y regula la hidratación de la piel. Durante el verano, el sudor, el cloro de piscinas y la exposición a agentes contaminantes pueden comprometer su integridad. Según un artículo en el Journal of Investigative Dermatology (2022), una barrera dañada contribuye a la pérdida de agua transepidérmica (TEWL, por sus siglas en inglés), causando deshidratación y facilitando la entrada de alérgenos y microorganismos.

La presencia de lipasas bacterianas, asociadas a desequilibrios en el microbioma cutáneo, puede descomponer lípidos esenciales, debilitando aún más dicha barrera. Por ello, el uso de humectantes occlusivos y emolientes formados por ácidos grasos esenciales, como el ácido linoleico, ha demostrado ser efectivo para restaurar su función durante períodos de daño.

Mecanismos fisiológicos durante el verano

El verano promueve un incremento en la circulación periférica debido a la vasodilatación, lo que genera un aumento de la transpiración. Aunque el sudor ayuda a regular la temperatura corporal, también altera el pH cutáneo y crea un ambiente ácido que afecta la estabilidad del microbioma. Investigaciones recientes de la Universidad Complutense de Madrid (2020) han señalado que el desequilibrio en el Staphylococcus epidermidis reduce la capacidad antimicrobiana natural de la piel, dejando la dermis más expuesta a infecciones.

Una hidratación adecuada contrarresta estos efectos, favoreciendo la homeostasis cutánea. El consumo de agua y alimentos ricos en antioxidantes, como vitamina C y E, refuerza las defensas de la piel frente al daño oxidativo inducido por los rayos solares.

Estrategias para prevenir problemas cutáneos

Para minimizar el impacto del verano, el cuidado de la piel se centra en tres pilares: limpieza adecuada, protección solar y refuerzo de la hidratación. La limpieza dos veces al día con productos libres de sulfatos o formulados con ácido salicílico mejora la regulación sebácea sin alterar el pH fisiológico (5.5). Protector solar de amplio espectro aplicado cada 2 horas durante la exposición al sol es crucial, como indican lineamientos de la Fundación Piel Sana (2021).

Además, hábitos como evitar temperaturas altas durante la ducha y utilizar ropa transpirable favorecen la salud cutánea en esta estación. También, la incorporación de activos como los niacinamidas reduce la inflamación y mejora la resistencia frente a irritantes y agentes externos.

La conexión entre el cuidado preventivo y la fisiología dermatológica es clave para entender por qué adaptar el mantenimiento cutáneo al verano es indispensable.

Factores que contribuyen al exceso de grasa en la piel

El aumento de grasa en la piel durante el verano está influenciado por múltiples factores, desde agentes ambientales hasta hábitos personales y el uso de productos incorrectos. Estos elementos actúan conjuntamente afectando el equilibrio de la barrera cutánea y la producción de sebo, que es secretado por las glándulas sebáceas para lubricar y proteger la piel.

Cambios climáticos y humedad

Las temperaturas elevadas y el exceso de humedad propios del verano tienen un efecto directo sobre la piel. La transpiración aumenta como respuesta del cuerpo para regular la temperatura, haciendo que las glándulas sudoríparas trabajen en exceso. Según investigaciones publicadas en el International Journal of Dermatology (2020), la combinación de sudor y sebo incrementa el riesgo de obstrucción de los poros, favoreciendo la aparición de comedones y acné.

Además, la exposición prolongada a condiciones cálidas y húmedas ocasiona una sobreproducción de sebo. La hiperactividad de las glándulas sebáceas se debe al estímulo que las altas temperaturas ejercen sobre los receptores sebáceos. Un artículo de la Clínica Mayo (2021) señala que este sebo adicional, cuando se mezcla con contaminantes del ambiente y células muertas, puede deteriorar la barrera cutánea, alterando su función protectora.

En climas húmedos, la evaporación del sudor se dificulta, creando un ambiente propicio para la proliferación bacteriana, en especial de Propionibacterium acnes, asociada al acné. Esto también afecta el pH de la piel, que normalmente oscila entre 4.7 y 5.75. Una alteración en este rango puede comprometer el microbioma cutáneo, según un estudio publicado en la revista Frontiers in Microbiology (2018), promoviendo desequilibrios visibles como mayor grasa superficial e inflamaciones.

Hábitos de alimentación y estilo de vida

El tipo de alimentación y ciertos comportamientos diarios influyen significativamente en los niveles de grasa de la piel. Dietas ricas en alimentos ultraprocesados y ricos en carbohidratos de alto índice glucémico aumentan los niveles de insulina y otras hormonas como los andrógenos, que estimulan la producción de sebo. Un estudio realizado por la Universidad de Turín (2021) indicó que el consumo elevado de azúcar y grasas trans puede agravar condiciones como el acné seborreico durante el verano.

El consumo insuficiente de agua y alimentos ricos en antioxidantes limita la capacidad de la piel de mantenerse hidratada y protegida contra el estrés oxidativo. Este estrés, derivado de la exposición al sol y radicales libres, incrementa la actividad sebácea como respuesta compensatoria para proteger la piel. Los antioxidantes, presentes en frutas frescas y vegetales, ayudan a neutralizar estos efectos.

Por otro lado, rutinas diarias como dormir mal o el estrés crónico también están asociadas al exceso de grasa cutánea. Durante los episodios de estrés, se libera cortisol, que aumenta la producción de sebo, según un informe publicado por el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (2019). La privación de sueño, especialmente común durante vacaciones de verano con horarios irregulares, perjudica los mecanismos de regeneración de la piel, facilitando desequilibrios en la producción de grasa.

Productos de cuidado inadecuados

El uso de productos de cuidado personal no adaptados a las necesidades de piel grasa o mixta puede empeorar su apariencia y funcionalidad, especialmente en verano. Cosméticos comedogénicos, aquellos con ingredientes que obstruyen los poros, incrementan la posibilidad de desarrollar brotes de acné. Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), algunos compuestos como lanolina, aceite mineral y ciertos siliconas son los más problemáticos para este tipo de piel.

El abuso de productos exfoliantes, especialmente los que contienen alcoholes desecantes o ácidos fuertes, puede causar un efecto rebote en la producción sebácea. Al eliminar excesivamente la capa lipídica de la piel, esta inicia un mecanismo compensatorio incrementando la secreción de sebo para restaurar su barrera. Artículos publicados por el European Journal of Dermatology (2022) recomiendan utilizar limpiadores suaves con pH equilibrado y evitar lavados excesivos, que alteran la homeostasis cutánea.

El uso inapropiado de protectores solares también representa un desafío. Algunos filtros químicos, presentes en productos grasos o densos, obstruyen los poros y deterioran la textura de la piel. En cambio, formulaciones ligeras y no comedogénicas, como las basadas en filtros minerales (óxido de zinc o dióxido de titanio), benefician el comportamiento cutáneo en condiciones climáticas adversas.

Mantenerse informado sobre componentes comunes en productos solares y cosméticos puede marcar la diferencia en el control del exceso de grasa. Por ejemplo, la niacinamida, presente en algunas líneas de cuidado facial, es conocida por su capacidad reguladora de la producción sebácea, tal como concluyó un meta-análisis del Journal of Cosmetic Dermatology (2023).

Consejos para evitar el exceso de grasa en la piel en verano

Las condiciones características del verano, como temperaturas altas y elevada humedad, intensifican la aparición de grasa en la piel. Controlar este fenómeno es esencial para prevenir problemas cutáneos como el acné y la obstrucción de poros, preservando al mismo tiempo la salud y función de la barrera cutánea.

Limpieza facial adecuada

La higiene diaria es clave para reducir la acumulación de sebo, células muertas y residuos ambientales. Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), limpiar el rostro dos veces al día con un producto suave ayuda a mantener la producción de grasa bajo control sin eliminar excesivamente los aceites naturales. Es importante evitar jabones agresivos que desregulen el pH cutáneo.

Los limpiadores con ácido salicílico o peróxido de benzoilo son opciones recomendadas, especialmente para pieles propensas al acné. Estas sustancias actúan penetrando los poros para eliminar la grasa y prevenir la formación de comedones. Un estudio publicado en el Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology (2020) señala que el ácido salicílico al 2% reduce la secreción sebácea en un 30% tras un mes de uso.

El agua tibia es más adecuada para la limpieza que el agua caliente, ya que esta última puede estimular la producción compensatoria de sebo. También se aconseja secar la piel con movimientos suaves usando toallas limpias para prevenir irritaciones.

Uso de productos no comedogénicos

Seleccionar productos dermocosméticos adecuados contribuye a mantener el equilibrio cutáneo. Los cosméticos no comedogénicos están formulados para no obstruir los poros, lo que disminuye la probabilidad de brotes de acné. Ingredientes como la niacinamida y el ácido hialurónico poseen propiedades seborreguladoras e hidratantes, respectivamente, fundamentales en climas cálidos.

Un informe de la British Journal of Dermatology (2018) destaca el papel de la niacinamida al 5%, que reduce la producción de grasa en un 26% tras 12 semanas de aplicación. Asimismo, filtros solares con bases minerales (óxido de zinc o dióxido de titanio) no solo ofrecen protección UV sino que también minimizan irritaciones en pieles sensibles o grasas.

Evitar productos con aceites pesados y fragancias artificiales es esencial, ya que estos factores exacerban la oleosidad en condiciones de calor y humedad. Además, las formulaciones en gel o loción suelen tener mejores resultados al ser ligeras y de rápida absorción.

Mantener una dieta balanceada

La alimentación saludable influye directamente en la condición de la piel. Según una revisión de la Universidad de Newcastle (2021), dietas ricas en azúcares refinados y grasas trans están asociadas con mayor actividad de las glándulas sebáceas y un incremento en la aparición de imperfecciones. Estos alimentos elevan los niveles de insulina, hormona que estimula indirectamente la producción de andrógenos, responsables de activar las glándulas sebáceas.

Por el contrario, una dieta basada en alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, favorece la protección contra el estrés oxidativo, un factor que altera la función barrera de la piel. Ácidos grasos omega-3 presentes en pescados como el salmón o el atún tienen propiedades antiinflamatorias, beneficiosas para controlar el acné inflamatorio.

Un artículo de Advances in Dermatology and Allergology (2020) concluye que la incorporación de vitamina E, zinc y selenio mejora el equilibrio sebáceo y refuerza la estructura de la barrera cutánea. Es aconsejable reducir el consumo de lácteos enteros y preferir opciones como el yogur griego, ya que niveles altos de hormonas presentes en productos lácteos pueden desencadenar desequilibrios en pieles sensibles al acné hormonal.

Factores adicionales

  • Hidratación constante: Mantener una ingesta adecuada de agua es esencial para prevenir la deshidratación interna, que puede estimular la producción de grasa como mecanismo de compensación.
  • Protección UV: El uso diario de protectores solares mejora el estado general de la piel al disminuir el estrés inducido por la radiación ultravioleta. Según la Fundación Piel Sana, el protector debe aplicarse cada 2 horas durante la exposición solar.
  • Evitar estrés: Altos niveles de cortisol estimulan indirectamente la actividad sebácea. Actividades relajantes como yoga o meditación ayudan a mitigar este impacto fisiológico.

Estos enfoques, respaldados por evidencia científica, promueven una piel más equilibrada y libre de grasa durante los meses de verano.

Rutina diaria para mantener la piel saludable

Una rutina adecuada puede ayudar a controlar la producción de grasa y a mantener la piel en equilibrio durante los meses de verano. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), el cuidado regular contribuye a preservar la barrera cutánea, mejorar la hidratación y prevenir problemas como el acné o la deshidratación.

Por la mañana

La rutina matutina debe enfocarse en preparar la piel para las agresiones externas, como la radiación UV y la contaminación, asegurando su equilibrio.

  • Limpieza suave: Una limpieza adecuada elimina el exceso de sebo producido durante la noche. Es preferible usar un limpiador con ingredientes como el ácido salicílico o la niacinamida, que ayudan a regular la producción de grasa sin alterar la barrera cutánea. Según un estudio publicado en Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology (2018), la niacinamida reduce la secreción sebácea hasta un 20% tras 4 semanas de uso continuo.
  • Hidratación ligera: Un hidratante no comedogénico con ingredientes como ácido hialurónico o glicerina ayuda a mantener la hidratación sin obstruir los poros. Se recomienda evitar cremas densas en climas cálidos.
  • Protección solar: Es esencial aplicar protectores solares con un FPS 30 o superior. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), un filtro solar adecuado reduce en un 50% el riesgo de envejecimiento prematuro causado por los rayos UV. Los protectores solares basados en óxido de zinc o dióxido de titanio son opciones recomendadas para pieles grasas.

Por la noche

Por la noche, la piel entra en una fase de regeneración, por lo que esta rutina debe enfocarse en la limpieza profunda y la reparación.

  • Doble limpieza: Este método, que combina un limpiador a base de aceite con otro a base de agua, es eficaz para eliminar residuos acumulados como protector solar, maquillaje y sudor. Según Dermatologic Therapy (2020), esta técnica protege el microbioma cutáneo mientras elimina hasta el 98% de las impurezas superficiales.
  • Uso de tónicos y sérums: Los tónicos con extractos de hamamelis o ácido glicólico favorecen la exfoliación superficial y la regulación del pH, mientras que los sérums con retinoides promueven la renovación celular y disminuyen la obstrucción de los poros. Según estudios clínicos, los retinoides en concentraciones bajas son efectivos en la reducción de lesiones acneicas en un 40% tras 12 semanas de uso.
  • Hidratación y barrera cutánea: Antes de dormir, un humectante reparador con ceramidas o péptidos refuerza la barrera lipídica, evitando la pérdida transepidérmica de agua. Según The Journal of Investigative Dermatology (2017), las ceramidas aumentan la integridad barrera hasta en un 26% tras 1 mes de uso sistemático.
  • Evitar ingredientes irritantes: Es prudente evitar el uso de fragancias artificiales o alcoholes potentes durante la rutina nocturna, ya que pueden generar irritación o alterar el equilibrio del pH cutáneo.

Mantener una rutina diaria basada en principios dermatológicos es clave para prevenir el exceso de grasa durante el verano, a la vez que se optimiza la salud cutánea.

Errores comunes y cómo evitarlos

Uso excesivo de productos agresivos

El uso diario de limpiadores faciales con sulfatos o alcohol, exfoliantes químicos en altas concentraciones o productos astringentes puede dañar la barrera cutánea. La piel, al perder lípidos esenciales, aumenta su producción de sebo como mecanismo compensatorio, causando más brillo y obstrucción de poros.

Para evitar este error, resulta eficaz optar por limpiadores suaves con pH fisiológico (5.5) que respetan el balance natural de la piel. Según un estudio del Journal of Dermatological Science (2020), los limpiadores con surfactantes suaves, como el cocamidopropil betaína, reducen la irritación y conservan la integridad de la barrera cutánea.

Limpieza insuficiente

No retirar adecuadamente el sudor, el sebo y los residuos de contaminación ambiental promueve la proliferación de bacterias como Cutibacterium acnes, relacionada con el acné. Además, los residuos pueden obstruir los poros e impedir la correcta absorción de tratamientos posteriores.

Se recomienda realizar una doble limpieza nocturna, usando un limpiador oleoso seguido de uno acuoso según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Este protocolo elimina eficientemente tanto restos grasos como solubles en agua sin dañar la piel.

Aplicación incorrecta de protector solar

Evitar el protector solar o usarlo en cantidades insuficientes incrementa el impacto de los rayos UVA y UVB en la piel, lo que no solo aumenta el riesgo de daño estructural y envejecimiento prematuro sino que también estimula las glándulas sebáceas al engrosar la piel como defensa frente a la radiación.

La AEDV sugiere usar protector solar mineral no comedogénico con FPS 30 o superior, aplicando al menos 2 mg/cm² de producto en todo el rostro, cuello y zonas expuestas, reaplicando cada 2 horas en exteriores.

Exfoliación excesiva

Eliminar continuamente la grasa superficial mediante exfoliación agresiva ocasiona desequilibrios en la producción de lípidos. También afecta a la microbiota cutánea, que juega un papel esencial en la protección contra microorganismos dañinos.

Moderación en la exfoliación usando productos con ácido salicílico (máximo 2% en fórmulas) evita daños. Estudios publicados en Dermatologic Therapy (2018) avalan el uso de exfoliantes suaves 1-2 veces por semana para mantener el equilibrio.

Uso de maquillaje inadecuado

Base de maquillaje o polvos compactos con ingredientes de alto índice comedogénico bloquean los poros e impiden que la piel respire, exacerbando el exceso de grasa y el riesgo de brotes de acné.

Elegir productos etiquetados como no comedogénicos y oil-free, y realizar desmaquillado completo al final del día, minimiza estos efectos negativos. Un estudio del Journal of the American Academy of Dermatology (2017) respalda que el uso de maquillaje diseñado para piel grasa mejora su apariencia sin riesgos añadidos.

Deshidratación de la piel

La falta de hidratación adecuada hace que la piel produzca más sebo para compensar la sequedad. Esto es típico cuando se omiten hidratantes ligeros en rutinas de verano.

Optar por humectantes con ingredientes como la niacinamida o el ácido hialurónico (con un peso molecular bajo) hidrata las capas profundas sin sobrecargar la superficie. Un ensayo clínico de la International Journal of Dermatology (2021) demuestra que la niacinamida regula tanto el sebo como la función barrera, con resultados visibles tras 4 semanas de uso.

Alimentación desequilibrada

La dieta alta en azúcares añadidos, carbohidratos refinados y grasas trans se asocia con mayor actividad en las glándulas sebáceas y un incremento de brotes acneicos. Estudios como el de la American Journal of Clinical Nutrition (2020) correlacionan el consumo elevado de alimentos con alto índice glucémico con un aumento de inflamación cutánea crónica.

Un enfoque alimenticio basado en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, presentes en frutas, verduras y pescados grasos, mitiga el impacto de los desequilibrios nutricionales en la piel.

Estrés y falta de sueño

El estrés activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, liberando cortisol, una hormona que estimula la producción de sebo y la inflamación, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. La falta de sueño, además, afecta la regeneración celular y el equilibrio del microbioma cutáneo.

Practicar técnicas de relajación como la meditación y garantizar al menos 7 horas de sueño reparador diario favorece una piel más equilibrada y menos propensa al exceso de grasa.

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Noelia Pérez

Noelia Pérez

Llevo años estudiando la piel, entendiendo sus cambios, sus señales y todo lo que puede mejorar cuando se le da lo que realmente necesita. Analizo fórmulas, ingredientes y resultados con ojo crítico, porque no todo lo que brilla hidrata… ni todo lo natural funciona. Con el tiempo entendí que el cuidado de la piel no empieza solo en la superficie: también se nutre desde dentro. Por eso también investigo sobre nutricosmética y suplementos, buscando siempre lo que tiene sentido, respaldo científico y resultados visibles. Mi experiencia está hecha de pruebas, errores y muchas conversaciones con personas reales que buscan algo más que promesas en un envase.

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